El Silencio despierto

La dificultad del silencio radica en la perturbación que causa al hombre el deseo. El deseo está forjado con el temple del ego. El ego pretende, busca, demanda, exige. En todo deseo hay agitación. Cuando se vive fragmentado, no es posible una visión total, sino que se ve parcialmente. El estado de silencio despierto es meditación. Pero no es la meditación que conoces como concentración o no-mente. Toda meditación debe ser impregnada de silencio multidimensional. Es decir que no hay foco de atención ni un resultado esperado. Se trata más bien de vacío de silencio.

Ya he dicho que la búsqueda en sí misma trae aparejada tensión. El hecho de ir al encuentro de algo, sea lo que sea este algo, define un objetivo y, se direccionan entonces ciertas tensiones hacia el logro y la consecución del mismo. Cuando se medita para conseguir “cierto estado”, hay búsqueda, por tanto no hay meditación. En toda búsqueda el motor de la voluntad se enciende y aparece entonces la energía dirigida. Esa dirección es mero control. Meditar es no controlar. Puede verse entonces como se han creado innumerables métodos de meditación que no lo son.

El meditador debe estar imbuido en el silencio. Debe despojarse del deseo y sumirse en la entrega. Sólo aquí aparece la posibilidad de fluir con la existencia. La posibilidad de fluir es meditación. Cuando me entrego, sin resistencias y sin búsqueda al silencio, aparece “el vacío que me colma” de totalidad. En ese “instante” fuera del tiempo, soy, infinitamente y eternamente.

A través de Alejandro D. Gatti

El Silencio Despierto - 12 - 4-2014 - La previa, con la negra Rossetti

Ser Bio Conciente