lo que sumerja la lluvia, 
escondido, indultado,
bajo el alma, bajo el alma,
que duerma y a mí…
guárdame una orquídea
donde guardo yo el recuerdo,
donde guardo yo tu cuerpo,
tendido, sepultado,
bajo un olmo, bajo un olmo…

guárdame una orquídea en el pecho (pt. II)

*(añoro las estrellas y las noches de luna llena)*

(hoy voy a ser feliz)

ladrón de sueños, mundo tan grande que me encuentro al caer en el somier, que debajo y sumergido y encima y fulgente y delante y rodeado de sangre, irrigo el mal sobre mí, danza de vientre abierto, me señalo (con un rayo de luz) interrogado… culpa, sé la que me sepulte esta noche, que yo en tan solo cinco segundos logro degollarme, y de capricho, llamo al verdugo y su cuchillo me hace derramar una lagrimilla que a todo esto le quiere poner fin; mientras pienso en qué hacer, me desvelo
y en un tris-te instante
noto del negro, del fondo, un silencio o su opuesto, tal vez una voz, tal vez un esbozo de otros labios, no los conozco, mis pensamientos en contrarreloj miden los ritmos: me arrimo un poco para ver de qué se trata, pero al hacerlo algo me arrebata el sueño.

(añoro las estrellas y las noches de luna llena)

(añoro las estrellas y las noches de luna llena)

*dédalo*

con los brazos abiertos al mundo
te he descubierto sin rumbo,
tus pícaras miradas, ¿reías, llorabas?
¿legañas o no sueñas, acaso, gitana?

dime, ¿duermes profundo? ¿acaso roncas?
no me gustan las chicas que no sueñan, me agotas
con tus sílabas raras, ¡qué acento más tonto!
¿le engañas a quien quieres o es que quieres enseñarme quien manda?

desde lo más alto
una cuerda te amarra
y aunque quieras dejar de pensarlo
(ya estás de nuevo con tus dichosos mapas
minotauros y mazmorras, laberintos y modorra,
se acerca morfeo y los dos juntos podéis hacer del mundo un sueño.)

con los dientes tendidos, aún mojados
he notado cómo tú mientras tanto
desatenta, tus alas se cerraban
y caías rígida a carcajadas.

¿tragarías mis palabras
si fueras tú quién las preparara?
boquiabierto, tus ojos ardiendo:
aquí llega la muerte vestida de viento,
vestida de sol, la cera derritiendo,
y yo solo la espero, la vela se apaga
y como dédalo, te observo descompuesto.

(el universo se cae y me descoloca
y se me incrusta una amargura sofocante,
algo que amo, oh mi niña se me ha ido,
y no volverá a volar ni nada en el azul).

el universo me calló y en la boca
un regusto amargo me ha nacido,
algo que amo, algo mío, ha caído
ya no volverás a volar ni nada en el azul.

dédalo

Se / desvanece / mi pasión / por crear, 
pero aquí estamos de nuevo…

y caigo / descompuesto / en el mañana / oh, en el mañana/ y caigo / en el presente / esto no me pasaba / desde hace un tiempo / pero mañana / ya no será / mañana ya no será igual

borramos las mañanas de los calendarios
hicimos de la noche permanente ficción
en mis miserias allí estaba ella, cual nostalgia

qué buena noche para hacer pocas cosas
pero yo no podía dejar a la perezosa
ganar la batalla, ni volver cabizbajo a españa
sin verona en la mochila o, lo que es lo mismo,
el corazón ligado y con veneno en los labios
por si acaso.

diario de andanzas (V)

0°C.mp3 // improv.eg#bf#bd#,c4

la lavandera camina la primera,
hace del negro, azul, azul, azules gemas
y canto yo con ella, y los dos juntos
de este mundo, hacemos primavera

y el río algar desemboca tras la carretera
una cigüeña blanca llega al pueblo con el alba
la noche pasada, tus dedos se crisparon,
los recuerdo delicados, con un sí, sin sortija ni apretados

(y yo arrodillado
empeñado en este sueño,
un vampiro, de este cuello,
al enseñarlo, ¿adónde has ido?
con un destello,
sonríe, que el mundo es bello,
te detuve en una instantánea,
tararea la brisa una oda (al ahora),
y ahora
tocando suavemente el corazón)

seis cuerdas me amarran
mientras tú te separas de nosostros
para no volver a abrir los ojos.

la lavandera

*visto y no visto*

(¿quién soy yo? alguien invisible)

vierte el vino — hazme dar vueltas
¿soy acaso — tan amargo?
¿soy acaso — tan insípido?
mi cuerpo blanco — ahora es blanco
tiznado, — deslucido, sin encanto.

divierte mis ojos — hazme verme como
alguien que puede — verse a sí mismo
más allá del espejo — hay tantos mundos
y yo quiero descubrirlos

visto y no visto

*vamos durmiendo, vamos durmiendo*

cuando el viento dejó de hablarme, 
me puse manos a la otra
parte de mí, mi yo adormecido, 
el más puro "seré andando caminos”
con los pies descalzos
o el estómago vacío
en los días más largos
¿por qué a la pregunta “¿y qué valgo?”
le sigue siempre un silencio indeciso?
y me parto, y solo abarco
pequeños gajos de luz,

a la pregunta: ¿cómo lo llamo?
no busques un nombre perfecto
y a la siguiente: ¿y entonces qué hago?
ponle de nombre entretanto

~ y adelante, escucha,
~ el viento quiere decirte algo,
~ ojalá te traiga un secreto,
~ ojalá se lleve otro enterrado

y es que tras muchos intentos

no consigo soñar
— con un cerrar de ojos
no consigo soñar
— con un tocar de palmas
no consigo soñar
— con un sonar de instrumentos, 
sueños a los que, 
a medida que vivimos,
vamos cerrando los ojos, 
vamos echando el pestillo, 
vamos durmiendo, vamos durmiendo.

llega el invierno, 
ya no puedo ocultar 
la cara bajo su bufanda
azul, azul, la del mar, y 
que no se me escapen las musas
como antaño lo hicieron los años,
y aunque con el tiempo, al menos,
duelen menos, los extraño.

oye viento, y hoy ¿qué haces?
¿qué tal si charlamos un rato?
¿qué tal si me tumbo a escucharte?
¿qué tal si luego te canto?

vamos durmiendo

*de camino al purgatorio*

ella lee un poema redundante, su dedo a mitad de página, apoya la espalda y respira, el bagón salta que te salta 
con las vías.
sin rastro del final del trayecto, lo buscamos sin suerte tras la selva oscura, los cielos gestando una catástrofe,
¿y en qué momento no lo hacen?
nuestros cuerpos vestidos de inercia; al rebasar la curva, de ausencia; al repasar los versos, de porcelana ficticia:
mueves la punta.
no queda acaso nombre por subrayar y, antes de envainar el lápiz, lo ves rodando por el suelo, finges y miras hacia otro lado,
allí imaginas un tal vez,
un quizás salvaje que nace de las cenizas, te induce al trance; un tal vez que quizás se haga deseo; un tal vez venga a hablarte, oye
tal vez 
sea ella 
la primera 
que te vea, tal vez

(estamos he - chos el - uno para el otro)

te quite de las manos
el ramo que aprietas,
te libe de ahí adentro
la porcelana vacilante

vuelve al infierno y tú con ella te transportas al papel, y le cuentas a él lo que te viene. notas los ojos pesados
y un temblarte de manos,
tamborilea también tu trazo, sigues con el tira y afloja del tal vez, y se te escapa en la hoja un pintarrajo.
arrojas toda esperanza de idilio
desvías la mirada, jadeando y mañana lo mismo, como por represalia, como por talión, te deja la canción, te deja la canción
un mal sabor de boca.
aún acurrucado en las nubes, ha decidido también dejarte
sin palabras,
todavía no se asoma acaso alguna, maldita sea la brújula que apunta a un nuevo norte con cada deseo; 
apunta de nuevo
y este, esta vez sí, va a salvarte,
esta vez sí, puedes fiarte:

(estamos he - chos el - uno para el otro)

te quita de las manos 
el ramo que aprietas,
te liba el ansia viva, 
entra por la ventana del salón
sube las escaleras,
empaña cada rincón,
la cama de vigilia,
de alegorías la buhardilla,
la vajilla toda todita vacía,
la porcelana vacilando.

vuestras miradas se encuentran. con ella, todo anhelo es en vano. lo ves todo con sus ojos, tan claro. es así que das por zanjado 
el poema.

la lavandera

toni dolores

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