“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas pasaron; todas son hechas nuevas” 2 Corintios 5: 17
Si de algo debemos estar eternamente agradecidos con Dios, es porque nos hizo nuevas criaturas. Esta palabra se toma muy ligeramente por muchos creyentes. Se lee muchas veces de la Biblia, se repite infinidad de veces en una reunión de oración, pero no se vive como debería de vivirse. La nueva identidad en Cristo, es la que Dios nos da, desde el momento que nacemos de nuevo. 
Por eso es duro decir que no todos los que han hecho ese paso importante de FE, llevan una vida plena en la perfecta voluntad de Dios, no llevan una vida en libertad, muchos siguen sumergidos en pensamientos que no son los pensamientos nuevos de “una nueva criatura” sino de la vieja criatura.
Cuando Nicodemo fue a visitar a Jesús, el maestro le dijo, “De cierto, de cierto te digo que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios”.  Para nacer de nuevo, debemos morir. Morir a la vieja naturaleza, para darle comienzo a la nueva vida en Cristo. El nacimiento físico, solo nos vida física, pero el nacimiento espiritual nos da vida eterna.  Jesucristo lo dijo “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá” Muchos piensan que la vida eterna  la vamos a tener hasta el día que morimos. Eso es un grave error. La vida eterna, la obtenemos desde el momento que le dijimos SI a Jesucristo. En ese momento El Espíritu Santo nos “sella”.
No es el asunto de lo que recibes, sino de lo que eres. 
Cuando un niño está en el vientre de su madre, está ahí, pero no ha llegado a este mundo. Los padres saben cómo se va a llamar, en cual cuna va a dormir, que ropita le van a comprar, pero como no ha nacido, no puede ni usar el nombre, ni la cuna ni la ropa. Pero en el momento que nace, todo lo que se ha preparado lo va a utilizar, porque es suyo, sus padres lo compraron, lo adquirieron, así nosotros en la nueva vida en Cristo. El pagó por todos nosotros, y cuando le aceptamos, dejamos el anonimato para ser Hijos de Dios. Esa es la nueva identidad que debemos de tener todos los días. Y esa identidad no la vas a perder. 
Ahora eres lo que antes no eras. Si quieres ser un triunfador o triunfadora en la vida, debes de vivir, creer, pensar, y respirar como lo que eres UN HIJO DE DIOS.
Hoy te compartimos estos versículos: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.” Juan 10: 27-28

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