La idea de hacer “El viaje” surgió hace ya un par de años durante mis ensoñaciones en clase de Filosofía de la Ciencia de 13 a 15 h. Aparte de pensar en que debería de estar comiendo, me topé con la idea de la fugacidad y continuidad de nuestro paso por el mundo. Pensé que, al contrario del estatismo que solemos asumir ciegamente por la continua experiencia del presente, todos somos viajeros en continuo movimiento; nada de lo que vemos volverá a ser exactamente igual y, entonces, nada de lo que vamos a ver será igual a lo visto hasta el momento, como nos ocurre durante un viaje. También sucede que todos tenemos un punto de partida y un final, y lo que vivamos en ese trayecto será lo que nos defina como personas, nuestro viaje.

Inspirado en libros como “Siddhartha” de Hermann Hesse y “El Zahir” de Paulo Cohelo, fué forjándose la idea de reunir algunas de las canciones que relatan parte de mi viaje y acompañarlas con un relato titulado “Un viaje incompleto” que daría vida a la idea de “El viaje” como las experiencias acumuladas durante una vida.

Una vez claro el proyecto no quedaba más que reunir los conocimientos y las aptitudes necesarios para cada una de las partes que lo compondrían. Pero ¿de dónde sacarlos? Era evidente que una sola persona no podía llevar a cabo semejante empresa y por ello era fundamental contar con el apoyo de amigos y amigas que lo completaran con sus ideas y capacidades, dándole la profundidad de la que ahora puedes disfrutar. A ellos y ellas estaré siempre agradecido; por su ayuda, por sus críticas, por sus ideas y por su amistad.

Y al fin, dos años y muchos rompecabezas más tarde, puedo presentarte “El viaje“. Doce canciones que contienen y acompañan la parte más destilada de mí de la que he sido capaz: mis miedos, mis iconos, mis anhelos, mis debilidades, mis sueños…. y quién sabe, tal vez también los tuyos.

Te sigo soñando

  Nazco. Estoy en Valencia. Es el 14 de diciembre de 1986 y en el paritorio suena Nabucco de Verdi interpretado por Nana Moskouri. Rompo en llanto.

   Tuve una infancia no más sencilla ni complicada que la de cualquiera. Una familia, amigos, ciudad y campo. Fui a un buen colegio, el Juan Comenius, después continué con mi proceso de educación (unas veces con mejor suerte que otras) en el I.E.S El Clot.

   Con unos dieciséis años y tras haber estado compartiendo muchas tardes, muchos cigarros y una guitarra española con algunos amigos, decido que para poder ser más yo necesito de la música y que eso sólo podía ser con un bajo en las manos. Así fue como acabé dando mi primer concierto en el instituto con un grupo llamado Raziozinio, y algunos meses más tarde, formando un grupo de rock al que bautizamos como Derockados.

   Por aquella época Valencia, y en concreto el barrio de Benicalap, estaban en plena ebullición musical. Se crearon numerosos grupos de rock al calor de grandes grupos como Transfer, Los de Marras, Kólico y A pico y pala, que nos enseñaron que la música podía ser un estilo de vida, una potente forma de comunicación y una perfecta via de escape para todas las inquietudes que unos chavales en plena adolescencia podían tener.

   Algunos años y muchas experiencias más tarde, fui a estudiar Ciencias Ambientales a Gandía, pero no tardé en darme cuenta de que aquel no era mi camino. Casi a la vez, Derockados pasaba a la historia y decidíamos formar otro grupo el batería y yo, con ánimos renovados y la cabeza llena de sueños: Akantia. Ahora era distinto, ya no estábamos en el instituto, empezábamos a formarnos como personas y a acumular responsabilidades. Si aún así seguíamos con la música era porque algo nos estaba dando aquel hobby que no nos podía dar ningún otro. Algo habia cambiado la música en nosotros que, por suerte o por desgracia, no tenía marcha atrás.

   Mientras, decidí seguir estudiando un Ciclo Superior de Gestión de los Recursos Naturales en Cheste. Fueron dos años muy felices en los que aprendí mucho más de lo que enseñaban los libros y descubrí una nueva sensibilidad en mí. A la par, Akantia crecía como idea musical gracias a nuevos compañeros, lo que nos llevó a grabar, de forma casera y plenamente creativa, una maqueta titulada Raíces.

   Todo lo que aprendí durante esos dos años me llevó a seguir con Ciencias Ambientales, esta vez en Valencia, hambriento de nuevos enfoques y conocimientos. Musicalmente Akantia me enseñó mucho más de lo que podía esperar, personalmente me completó a niveles que aún hoy me sorprenden y tal vez sean los que me empujaron a embarcarme en esta historia.

   Durante 2008 y 2009, la inercia de Akantia se fue perdiendo a la vez que nuevas inquietudes nacían en mí. Mis composiciones cada vez estaban más lejos del espíritu inicial del grupo y decidimos cerrar aquel capítulo con el broche de oro que se merecía.

   Estuve grabando esporádicamente durante todo 2010 el que sería mi primer álbum en solitario: El Viaje. Para hacerlo tuve la gran suerte de contar con la ayuda de muchos amigos, entre ellos Juan Zanza, que fue quién me enseñó cómo podíamos autoproducir el disco de forma totalmente artesanal con unos resultados increíbles para los medios de que disponíamos.

   Ahora ha llegado el que me parece que es el siguiente paso natural. Ya sabemos que no hace falta más que voluntad para poder grabar un disco, pero, ¿qué hay de los tiempos? ¿dónde está escrito que un disco, como producto, deba tener al menos 10 canciones? ¿por qué un artista debe publicar al menos un disco cada año o cada dos años en el peor de los caos? Relatos desde Nutopia nace por y para esa disconformidad. Éste es un proyecto que carece de fronteras, tiempos o metas; es sólo una idea y el trabajo necesario para desarrollarla y compartirla.

   Éste es mi viaje, el tuyo y el de todas las personas que compartimos espacio, tiempo o destino.

   Esto es Relatos desde Nutopia.

Te sigo soñando

Eduardo Gea