王維 - El final de la espera

Txalaparta

Discurso de la compraventa

Primer ejercicio respiratorio

蚕 - Gusano de seda

Apenas un garabato

哑 - Peregrino

电 - Electricidad

Se anuncia la partida del tren 
desde una plataforma sin número
y hoy escribo esto mientras late 
la lengua que rueda por el suelo.

Ya estoy cansado de vender simulacros 
en calles que de tanta sombra 
están vacías de color, 
no significan nada para mí.

El tren prepara su marcha. 
Las nubes pudren o se renuevan.
Me quito el polvo de los ojos 
y agito un sombrero invisible 
con el brazo que no tengo e insiste.

Por favor, no me dejés mentirte,
cuánto de este pulmón quiere cantar, 
descansar con vos bajo el sol, 
reírse y pedirte de vuelta perdón 
sin necesitar pedírtelo. Cuánto quiere volver 
a saber tu nombre, saber cómo escucharte, 
poder cuidar y que me cuiden 
como yo no sé hacerlo.

Veo, entonces, los paisajes que quedaron atrás.
Tu cuerpo me tiembla. Cierro esa puerta sin marco.
Al rato doblo la hoja en el silencio 
del morral vencido por el tiempo
y los movimientos de este viaje. 

Rezo solo. Agradezco. 
No podría decir qué es lo que quiero,
qué es lo que soy, sino lo que no quiero,
lo que no soy. Mi moneda está sujeta al viento.

贝 - Moneda

La voz callada mientras sostengo las riendas
con algo más secándonos los labios, 
algo más que todo este mar de llanos, 
dientes y monte seco y cuerno de toro 
hundido en la tierra nos secaba los labios.

Tu pie en el lomo del fantasma 
marcaba la velocidad  de los dos cuerpos 
desplanzándose  en una misma bestia, 
ambos brazos sosteniendo el mando 
y vos con tus manos, es decir 
con tus alas, tratando de explicar 
los ciclos naturales del arroz, 
del trigo y la cebada blanca 
sobre la tierra revuelta 
para los animales,
el roer de hormigas, 
la bosta seca.

Había sido elemental aprender una lengua materna 
y hacer un esfuerzo por estudiar la otra, la paterna, 
no sea cosa vaya a perderse el mandato 
ante tanta imposible de poder hablar 
un mismo idioma en ejército
de ironías y botellas vacías, 
de carnicerias bajo un sol implacable.

Pero estaba viendo el dedo que señala, y no el objeto señalado.

La voz callada, hoy, mientras sostengo las riendas
con tu mano señalando el paisaje 
disuelto en tierra negra.

Dicen que lo que da de comer al hombre 
termina por convertirse en materia sagrada. 

Del hombre al hombre y por el hombre. 

Indicabas entonces con tus dedos firmes allá, 
más allá, mucho más allá. Esas dos manos
supieron ser las manos jóvenes de Dios 
porque un hombre hecho de Dios
mantiene siempre a su familia
y se mantiene a sí mismo derecho 
y con el derecho de hacerlo. 

Una lengua paterna, dijimos. La reciclada.
Ese intento desesperado de hablar una lengua paterna 
era de las pocas formas que teníamos de armar puentes
o por lo menos dejar de sentir que tragar y comer 
eran extraños actos de presencia, silencios incómodos 
tanto para la Tierra como para el Cielo. 

Transparencia. Nos pedían transparencia.
Y sin embargo un padre será siempre un padre:
el objeto que se transparenta demasiado 
tiende a la lenta desaparición. 

Hoy te hablo desde este lugar desconocido
como para dibujar las idas en un mapa 
invisible de todo lo hermoso tuyo,
de mamá el amor por la vida 
y de vos el amor por una de las caras 
inmediatas del sacrificio–
fuimos dos necios en fuga, 
dos perdedores hermosos
que lloraron a ese dios 
antiguo de las equivocaciones
al verse cayendo en una cueva 
roja, ingobernable.

Ahora, esta tarde digo, 
mientras le presto atención al camino
y no a la mano que señala –¿adónde? ni el grano de arroz 
ni las carretas ni la osamenta estás señalando– 
digo que sí te escucho, ais on de roud papá 
el sol está brillando por encima nuestro 
y los cuervos siguen informando 
convulsiones económicas que afectan 
a los trabajadores del país.

父 - Caballo fantasma

Fermín Vilela

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