Interpretan: Simone Caiafa, platos suspendidos y voz. Palabras de Djalal ud Din Rumi (1207-1273).

EL AMANTE SE DECLARA (2009)

Interpretan: Karem Ruiz, saxofón / Simone Caiafa, marimba

UN CORO ES PUES LO QUE SOMOS (2006)

Interpretan: Vanessa Medo, voz / Alejandro Meléndez, corno / 
Pablo Pallero, vibráfono / Christian Ramos, piano

MI CORAZÓN SE MUERE DE VIVIR (2010)

Interpretan: Rodrigo López, flauta / Christian Ramos, piano

COMO CALDO EL LLANTO DE MIS OJOS (2012)

FACILIDAD PARA MORIR (2006)

En el quincuagésimo de los logia que reúne el Evangelio de Tomás, El Cristo dice que la señal del Dios Creador, Su Padre, es ser “el movimiento y a la vez el reposo”. Esta dialéctica, en cuanto “señal” de lo que podríamos considerar como “la realidad” (entendiendo “El que Es” como “Lo que Es”), es muy fácil de hallar en otras tantas de sus antiguas descripciones o representaciones simbólicas, baste recordar la relación entre Yin y Yang de la que escribieron los hombres del Tao, el Caduceo de Hermes, la Trimurti, el Escudo de David, o la filosofía de Heráclito, cuando sentencia que “Dios es día y noche, invierno y verano, guerra y paz, abundancia y hambre.”
La indiferenciadamente eterna reciprocidad de lo diferente, la correspondencia infinita entre lo finito, el abismo paradojal de la unidad inconmovible que subyace tras la inmutable mutabilidad; esto es, quizá, el significado más hondo de la palabra “ritmo”, que emparentada etimológicamente con “río”, metáfora heracliteana por excelencia, también refiere a la dinámica y ciertamente amorosa integración de principios contrarios, aquellos que Aristóxenos denominó como Arsis y Tesis: el alzamiento y el apoyo del pie durante la danza en cuanto fenómeno de inestabilidad y estabilidad, de suspensión y conclusión, de movimiento y reposo.
Sensible en el ritmo, la total y suprahistórica realidad es la que intenta traducir a caracteres culturales todo lo que llamamos “arte musical”. Pues la realidad, aunque temible, se deja develar mansamente en el oír. En las antípodas respecto de los valores “visionarios” sobre los que Occidente ha construido su historia, experiencia y no concepto, síntesis y no análisis, sumisión y no dominación, la aprehensión aural de Lo que Es implica atención y obediencia “ciegas” a la múltiple e interrelacionada irregularidad del Universo. Porque oír es sólo contemplar. Porque es pasión y no posesión. Porque quien de verdad oye no puede más que reconocer el encontrarse abrazado por la realidad, a merced de ella, y no al revés. Y la música, ¿qué es sino el pináculo de la contemplación humana, que trascendiendo la materia sonora misma lleva hasta su extremo el oír, para resignificarlo, en justicia, como un bienaventurado estado de la consciencia antes que la mera percepción de los oídos? Pues no cabe duda que Beethoven oyó su Heiliger Dankgesang, siendo él sordo, tal como Juan de la Cruz oyó “música callada”, siendo ésta nada más que silencio.
Oír la realidad (oír a Dios), no para intentar comprenderla sino para dejarse comprender por ella; tal es la experiencia a la que el arte musical apenas invita.
El proyecto "Música para Oír" fue financiado por el Fondo para el Fomento de la Música Nacional, Convocatoria 2013 (Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, Gobierno de Chile), y patrocinado por el Departamento de Música de la Universidad de La Serena. La coordinación general del proyecto estuvo a cargo de Gabriel Gálvez Silva. Grabó y mezcló Rodolfo Valenzuela Latorre, en La Serena, Chile, durante el invierno de 2013. El diseño fue realizado por Carmen Monardez Santander. Si te interesa un ejemplar del disco, puedes comunicarte al correo galvezsilva@gmail.com