Don Manuel Garcés, un señor de 75 años que se dedica desde hace más de una década a ser redactor de documentos con máquina de escribir de tiempo completo, se encuentra ubicado a un costado del Palacio de la Cultura Rafael Uribe Uribe, en la calle 52, donde aún permanecen varias personas a lo largo se esta estrecho camino ofreciendo redactar documentos de compraventa, contratos de arrendamiento, derechos de petición, entre otros documentos.

Don Manuel cree firmemente que su oficio se va a ver cada vez menos, pues teniendo la gente herramientas a la mano como el computador, va a llegar el día en que no tendrá sentido redactar este tipo de documentos en la máquina de escribir.

TINTERILLO

Ellos son María y José, dos serenateros que tocan en el Parque de Bolívar y principalmente los fines de semana en las ferias artesanales, o 'San Alejos'. 

María, principalmente, opina que su oficio está desapareciendo ya que quienes se dedican a cantar con instrumentos de cuerda se están volviendo ancianos o van muriendo, y las nuevas generaciones prefieren cantar con pistas pregrabadas, perdiéndose así la esencia de la serenata.

SERENATEROS

Don Ernesto, un señor de 53 años que lleva casi toda su vida trabajando con la relojería el Centro, se ubica al costado derecho de la iglesia La Candelaria, en el corazón de la ciudad, donde las personas que se dedican a este mismo oficio se encuentran concentradas. 

Opina que aunque a veces hacen maromas para atender las necesidades el cliente, la llegada de los relojes digitales y de tecnología avanzada que han desplazado al reloj análogo  ha hecho que personas como él se sientan y sean cada vez más incapaces de trabajar. Es así como muchas veces deben diversificar sus servicios en ofertas como el plastificado y hasta la venta de veneno para bichos y ratones.

RELOJERO

Él es Juan Diego Builes, un joven de 30 años que tiene un puesto de venta y distribución de guarapo de caña una cuadra abajo del centro comercial Palacio Nacional, en el corazón de El Hueco.  Allí despacha alrededor de 10 personas que se caminan todo el sector con bandejas llenas de vasos con esta bebida natural y tan icónica en nuestra cultura.

Cree que el hecho de que su oficio se vea en la ciudad cada vez menos es debido a que muchos comerciantes reemplazan la esencia de la bebida, extraída directamente de moler la caña y el limón en las máquinas, por solventes artificiales que hacen pasar por naturales y que, casi siempre, tienen de todo menos caña de azúcar.

MAQUINA DE GUARAPO

Él es Orlando Alberto Legarda, lustrador de zapatos ubicado en la emblemática calle Junín y quien opina que, si bien su oficio si se ve en vía de extinción, influyen factores como la deshonestidad y falta de amabilidad del trabajador informal hacia el cliente.

En los pocos minutos que pasa con sus clientes, aparte de dejar brillantes e impecables su calzado, también labora como psicólogo, doctor, politólogo contador y hasta abogado, todo depende de lo que las personas que atiende necesiten escuchar.

Marcela Ochoa

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