Restos de Violeta - El tesoro de la sangre

Nuestro primer disco en formato digital. Grabación y producción realizadas durante el año 2014 por Humo de Temu. obra bajo licencia Creative commons.

Musicos participantes:

Andrés Mella
Javier Ogaz
Sebastián Moncada
Ariel Moncada
Nicolás Norambuena

El tesoro de la sangre

Hubo un viejo que le gustaba la madera
Tuvo que darle al carpintero las medidas de su pantalón.

Supo la vieja de la visita que le llega
Tuvo que darle al peluquero las medidas de su corazón.

Eugenio agradecía al afilador por hacer bien su trabajo, quién además de trajo dos velas y le acercó el cajón. Se despidió del tiempo que le cobijo.

"Que cuando muera Eugenio Floridor
a la Iglesia no lo llevan nicagando
no quiero ser el prendedor
de una limosna para un santo
no quiero un tumulto, menos una velatón
no quiero ver a naiden llorando
que para darle al que tiene poco
hay que quitarle al que tiene harto."

Dijo contento el director de la empresa
lleven su cuerpo a la iglesia para recibir la bendición.

2 Eugenio

1 Estero De Guacolda

La vieja lluvia ya se hace nieve bajo los ñirres.
Y sobre el pasto de los corderos toma su asiento.

Y Pedro mira.

Todo el invierno inclemente adentro de sus paredes.
Y con su ojo de traro pide un alto al fuego.

Y Pedro mira.

Contempla el alba de la laguna abierta.
Con ademán de arrancar los ojos de los inviernos.
Ni el infalible atardecer nevado aturde a Pedro que espera solo el latir del campo.

Y aunque el sol ya se durmió
Y el murallón de frío alzó su alma blanca
Las golondrinas han de llegar
Y así el rumor del río
Fluirá para dormirte en paz.

Hombre de ojos cansados.

Allí la muerte vistió de un blanco eterno.
La primavera jamás entrega una luz de enero.

3 Pedro

Junte un millón de hojas en invierno para ti,
Tuve que asesinar a cuatro árboles eso sí, 
Junte un millón de hojas verdes en invierno gris, 
Tuve que asesinar a cuatro árboles eso sí,
Cómo es que al invierno no se le lleva a prisión, 
Pongan trazas de explosivos en su habitación.

Junte un millón de hojas verdes en invierno gris, tuve que asesinar a cuatro árboles eso si 
Junte un millón de hojas en invierno para ti, para ti, para ti, para…

4 Cuatro árboles

Comencemos a poner las melodías en la estrofa o pintar un árbol todavía vivo en la hoja.

En los cuerpos tenues habitan universos
todas las canciones repartidas en el tiempo.

En los cuerpos tenues habitan animales
que competirían por el cielo y el infierno.
Hasta por hacer un gol.

La corona fue puesta en la cabeza para que la sangre no nos deje ver, oler, ser.
Todo lo que llevamos es también como la luz que se tragó la oscuridad.

La cabeza fue puesta en la corona para que obedeciéramos la ley.
Todo lo que llevamos es también como la luz que se tragó la oscuridad.

5 En los Cuerpos habitan universos

Podría vivir alimentandome de los segundo que me tendrás en la oscuridad del olvido. Para que cada instante nuevo y divino, sea el universo donde descansarán mis restos ausentes, libres del amor, del odio, de los cuentos y de las serpientes.

Y si acaso no puedes olvidarme por completo, tendré que quitarme la costumbre de pensarte los sábados por la mañana. Amigarme con la corriente del río. Hacer barquitos de papel con las cartas que escribiste algún día, no se cuándo, no se a quien, no sé a quién.

En la voz del Cautín me senté a esperar que vuelvas a escribir.

Que la vida es un final feliz.

Que la vida es un final feliz para la inconmensurable muerte.

6 La voz del Cautín

En el confín de un mar
donde el tiempo va a dormir
un volantín preguntó si allí podría vivir.

Era la tarde que cubría todo sobre el viento que silbaba de feliz.
Y el nubarrón se movió para celebrar.

Todos bailando al compás del vaivén de aquél volantín.
Y celoso el nubarrón echó de la fiesta al sol.

El hilo como un ramo de cuchillos
un dedito que cayó en el matorral
y la tempestad llena el campo y la ciudad.

El volantín se quedó aferrado a las nubes.

Hubo un silencio mortal
cuando el cielo se desnudó
que perdiendo pudo expulsó
todo aquél que ansiaba volar.

Según el viento que le reclamaba
fue cayendo al capricho del postor
para descansar de los hilos de su deidad.

7 Volantín

El cemento ha cubierto las raíces.
Y los muertos se salieron de las cruces.
Nadie vino a rescatarnos de la leña mojada.

Y la sangre de los dioses.
Y la sangre de los bosques.
La basura de los hombres al río Cautín.

8 El cemento ha cubierto las raíces

(Fragmento de un poema de Nicanor Parra)
"Un cura sin saber cómo, llego a las puertas del cielo... tocó la aldaba de bronce, a abrirle vino San Pedro..."

9 Las Estaciones

Señor juez, señor juez, no me encierre otra vez, que si caigo me voy con usted.

"Tanquilein John Wayne", bájeme el decibel, que a los giles le aplico la ley. No ves que por la boca muere el pez.

Señor juez, señor juez, no ha de reconocer mi caracho, mi voz ni mi piel.

Perfecto, ya puedes atestiguar contra el mapuche...

"Yo lo caché: el quemó, robó y se fue..."

Señor juez, señor juez, si no canta gardel el montaje se dejará ver.

Oh dios, los terroristas deben callar. Oh pecadores.

Verá señor juez, es el tiempo de escribir la bella historia de los vencidos.

10 Testigo Oculto

Dicen que detrás del cielo están las trompetas afiladas,
Niño no le cuentes de esto a tu papá,
Dicen que si no apagas la tele se acaba el agua, 
Vamos a meterles miedo en publicidad,

Vuelve a trabajar minero que hay que cavar, 
Antes que se parta el cielo por la mitad,
Sigue y sigue produciendo no hay que parar
Que tenemos termoeléctricas pa´ salvar.

Niño si la luz ya viene quédate un rato en la cama,
No le grites a diosito se enojara,
En la esquina me asaltaron, no estaba el foco que cuidaba,
Y en el centro los carteles cual brilla más.

Anda a trabajar político apúrala,
Que pa eso paga el puesto la mangana,
No compadre no hay pa´ que sentirse mal,
Te confiesas con el cura y a cobrar…

Cuenta que vieron al niño sin fe ni pan
Y al cura lo movieron a otro lugar
Mientras muchos se preparan para pelear
Dicen que el proyecto se aprobó igual.

11 Trompetas Afiladas

Acabo de hacer callar al mar para escuchar la risa del farol que rescató un arrebol a punto de naufragar.

La luna en el cielo se quedó, las olas que se fueron a jugar.

Y el mar se secó para ver lo que había debajo de él. Era dios que leyó la palabra del hombre.

La tierra no paraba de botar el agua que se le perdió al mar.

Pasaban las batallas al azar, allá donde rezaba la ciudad.