Voy a recoger el puente levadizo
y a disfrutar de un poco de soledad buena.
Como hace la lluvia con los paraguas vencidos,
así a mis ojos les he dado la vuelta.

Y voy a imaginar que te ríes conmigo,
así que, por favor, no aparezcas,
que casi veo el mismo cielo
que el tataratataratataratatarabuelo
de mi tataratataratataratatarabuelo.

Y voy a elucubrar sobre perder un sentido
y cuál escogería si de mí dependiera.
Voy a retener los colores más vivos
hasta que Santiago ennegrezca.

Y me despista la vecina y un gemido
que subtitula en morse su cabecera.
Y ya jugaba al juego que ahora juega ella
la tataratataratataratatarabuela
de su tataratataratataratatarabuela
y los tataratataratataratataranietos,
de tus tataratataratataratataranietos
tendrán tus mismos laberintos por dentro.

Ayer la gente se echó la calle por un poco de sol que hizo,
ayer la gente se echó a la calle por un poco de sol.

La soledad buena

¡Qué libres mis peces! 
Ellos no saben que son míos.
Ni responden al nombre que les doy
ni son un misterio para ellos mismos.

¡Pero son tan dichosos mis peces!
No tienen noción del tiempo perdido.
Nunca se torturan, no guardan rencor,
ni se arrepienten, nunca han prometido.

Y Nunca cierran los ojos mis peces
(no tienen párpados ni motivos).
El de la cola rasgada ayer se indignó
porque lo alimentó quien lo tiene cautivo.

Y Se divierten mis peces.
“¿Por qué nos mira ese mamífero?”
Y entre el coral y los frutos de su digestión
se dedicaron a seguir vivos.

Mis peces

Te vestiste en equilibrio
dibujando con tu sombre el número 4, 
y deseé tener telepatía algún minuto al día 
y averiguar en tus manos
cuánto de mi amor es verdadera clorofila 
y cuánto es vanidad -si es que se pueden separar-.

¿O es solo una emboscada de la adrenalina, 
un deporte sin rival?

Es que hoy no sé si tú me quieres 
de amor o de miedo. 
Hoy no sé si tú me quieres 
de amor o de miedo. 

Y te reíste de tal forma 
que odié la inteligencia 
que malgasté en espantapájaros. 
Si mi cuerpo fuese reversible 
me tumbaría al aire libre 
con los adentros colgando
porque de esta noche clara 
solo me fascina  una estrella fugaz 
-¿seré yo mismo mi disfraz?-. 
Ojalá que me bastara con tu mordedura 
para romperme el umbral
de no saber si tú me quieres 
de amor o de miedo. 
Es que hoy no sé si tú me quieres 
de amor o de miedo. 

Tú, ¿cuál de ti eres tú? 
¿Cuál de ti eres tú? 
¿Cuál de las que veo en ti eres tú?

Clorofila

Caminaba por Gran Vía
cuando ya acababa el día
y ese día yo me sentía
guapo, y mágico, y libre: espectacular.

Mi sonrisita-diastema
y el vientito en la melena,
así muy lejos de la pena. 
Claro, me paro, tranquilo,
me lío un cigarro, 
le paso la lengua,
me siento en un banco,
cruzo las piernas y me pongo a fumar. 

Y es que estaba tan atractivo yo
por sentirme tan atractivo yo,
que la gente que me miraba
locamente se enamoraba;
transeúnte que me veía
solo por verme ya me quería,
y fueron formando una fila,
allí a las puertas del Primark,
porque todos y todas,
los heavys, las monjas,
las pijas, los niños,
los hippies que compran,
los negros que venden,
todo la gente, me quería besar.

Y llegó la vez de una chica
y parecía estar cohibida,
era una cara conocida…
¡Coño, Rourita, qué suerte la vida
que viene a besarte tu actriz preferida!
Yo no me lo creo, me froto los ojos:
era Irene Escolar.

Y me dice..

“Me encantan tus canciones, 
se me suben los colores
con tus imaginaciones.
A veces, en casa, estoy triste y algo perdida
pero me pongo Mis peces y ya se me pasa.
Por cierto, te querría besar”.

Y fue un beso tan bonito
que a ver cómo os lo explico. 
Pues fue como fuego dentro del musgo,
como las puertas que dan a otro mundo.
No sé, fue parecido… a nadar.

Y yo ya me vine arriba
con tanta gente a la que atraía
y tuve una gran idea al bajar la calle Montera.
¿Por qué no hacemos una orgía?
¡Y todo el mundo me aplaudía!
Los turistas se unían desde las terrazas,
bajaba más gente desde sus casas.
Las 10 de la noche y todos desnudos en la Puerta del Sol.

Y según la Policía
no hubo ni un crimen ese día.
Amanecimos 300 personas, 
así enganchaditas
las pieles, las bocas.
¡Qué maravilla 
por ser tan sencilla
la revolución!

Caminaba por Gran Vía

Tendremos que aprender a delirar
y relamernos la rabia de la boca,
ahora que nos toca ir a bailar
la coreografía que nos marcan los idiotas. 

Y los anestesistas trepan por tu balcón
para dictarte el pensamiento. 
¿Es esto ya la vida? ¿O es un tráiler? Dímelo,
porque no entiendo el argumento.

¡A ver qué estupidez
nos anestesia hoy de las verdades que tememos!
Un espejismo en alta definición;
es tu vida y suena a hueco. 

Y tendremos que aprender a enfermar
y escoger entre el desdén o la vileza. 
Me pondré la capucha para hablar
(no me quiero ensuciar cuando te estalle la cabeza).

Y los anestesistas han acampado en tu salón
y tú ni adviertes su presencia. 
Ayer quedé contigo y apareció tu clon…
Y no noté la diferencia. 

¡A ver qué estupidez
nos anestesia hoy de la voz del pensamiento!
Un monumento a lo que nunca sucedió;
es tu vida y suena a hueco. 

Un placebo que al final te enfermó;
es tu vida, y a ver qué estupidez
nos anestesia hoy para poder coger el sueño. 

Una huida sin persecución
es tu vida y suena…
Un sonajero con dinamita en su interior;
es tu vida y suena…
Un videojuego pero el mando se perdió;
Un milagro que nadie presenció,
es tu vida y suena…
Un esqueleto como gran colofón. 
Es tu vida y huele a muerto.

Roura

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