Oda rápida*
D. Alejandro de Morales y Loaiza, MMXXV.

Nadie adora tanto la fragancia de las flores de un día
como el veterano seductor, hastiado ya de tanto amar,
de besar con propia diligencia de quien aspira a olvidar
los labios que parecen darlo todo sin ninguna garantía.

Entre tantos hombres necios, que acusan y denuncian sin razón
a la mujer que se entrega y entre nubes de humo parte,
el anciano trovador la enaltece, conocedor del arte
de fugaz volar sin dejarnos amargura, pena ni aflicción.

Ah, ¡bendita sea la farsa que en nuestros cuerpos se enciende!
la caricia breve, la tristeza oculta tras el dulce disfraz,
bendita sea la noche y su tibio manto de serena paz,
que hoy cobija a esta extraña, que quedarse no pretende.

Morenita trepadora, miénteme con todo el repertorio:
jura ante el sagrado altar que soy tu más viril amante,
que mi pletórica fuente de palabras en tu piel delirante
deshaga en llamas al más íntimo y húmedo auditorio.

Hazme sentir que soy tu dueño y aún no eres suficiente,
que alegre compartirás mis dones con amigas y rivales;
y dadas a otros hombres, ofréceme pasiones temporales
con votos de falsa castidad y fuerza de jura permanente.

Engaña, sí, con la mirada bruja y el negro de tus ojos,
que con fingido gesto y arte divino suplican la piedad,
que al mirarlos confiesen que no te hiere mi cínica verdad,
para libar después tu néctar y calmar enteros mis antojos.

Mocita de ébano falso: hazme naufragar en tu cabello,
deja que navegue por tus olas y zozobre en tu pelambre;
permite que en tu profundidad yo sacie entera el hambre
que me provoca la sola contemplación del arco de tu cuello.

Prométeme una vida llena de atenciones elevadas,
de caricias de tus manos, sirvientas de vida extravagante;
que mueven la escoba el sábado con rubor poco galante,
pero el domingo prestan, como nadie, dichas insospechadas.

Damita de noches por minuto, voz efímera y vencida,
que me has nombrado rey de tu tierra tantas veces conquistada;
lo mismo un instante que un siglo tu boca enamorada,
me aguarda fervorosa y colmada con la pasión henchida.

Cortesana palaciega, que vives sin vergüenza ni reproche,
que para sentarte en un trono harías perecer a todos:
eres todas las que amé, en distintos tiempos y otros modos,
eres polvo de hadas; lo único que amo en esta noche.

* Raps-Oda del Marqués de Richmond.

Oda rápida, por Alejandro de Morales y Loaiza

D. Alejandro de Morales y Loaiza, MMXXV.

Existen miradas que en el alma se nos posan,
que imploran como plegaria el amor sincero;
con fuerza arrolladora y tan sutil esmero,
que únicamente los ruines ignorarlas osan.

Existen labios que en la piel dedican ternura,
con total entrega y tan jurada vehemencia,
que si a un beso suyo ponemos resistencia
el pecho se nos quiebra, colmado de amargura.

Existen manos cálidas, de obra salvadora,
de auxilio presuroso, dadoras de la vida,
cuya fuerza magistral alivia toda herida
y negarse ante ellas destruye sin demora.

Existen oídos atentos que calmos esperan
por cada palabra nuestra ofrecida al viento,
que si por azar callásemos, por mal sentimiento,
nos tornamos en ídolos que los necios veneran.

Existen cuerpos que juran enteros consumirnos
en la llama inagotable de su amor sensual,
mas si de ellos partimos, haríamos un erial
del lecho abrasador en el que buscan fundirnos.

Y existes tú, que diste más de lo esperado.
Y existo yo, que intento escaparme de ti.
Pero la fuerza de mi "no", flaquea ante tu "sí"
y me dejas otra vez rendido y humillado.

Existes, por Alejandro de Morales y Loaiza

D. Alejandro de Morales y Loaiza. Quebec, MMXX.

Mujer, no me des las gracias por quererte,
que no me agradece el aire al respirarlo;
ni el alba que me besa en sus primeras luces,
ni el céfiro fugaz al acariciar mis sienes.

Tampoco me agradece el mar con sus vaivenes,
ni con su mecer de olas en mis mudas plantas
que hundidas en la espuma, parecen saludarlo
cuando a su encuentro mi barca se adelanta.

Calla, por mi amor, las gracias que te inspira
y cambia ya esa faz de gratitud sensata:
que la falsa discreción al corazón fatiga
y al latir en el pecho la vista lo delata.

Una vez más, no me agradezcas por quererte,
que del mundo sus loas el cariño no echa en falta:
déjame quedarme y entregarme a ti de bruces
para poder reclamar tus más íntimas gracias.

No me agradezcas, por Alejandro de Morales y Loaiza

Can we ever truly bring our “whole selves” to work without emotional burnout? In this narrated reflection, I explore Goffman's role theory and how it challenges modern workplace mantras around authenticity and identity. We examine why juggling multiple roles is both natural and necessary—and why the call to total authenticity at work may be more performative than progressive.

Referenced articles include Pamela Paul’s op-ed “Don’t Bring Your Whole Self to Work” (The New York Times) and Gallup’s insights on psychological safety and employee engagement.

🎙️ Narrated by don Alejandro de Morales y Loaiza
📚 From the Workplace Lore: Fiction Meets Management series
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Behind the Workplace Curtain

This narrated essay explores the ethical dimension of Talent Intelligence — the growing use of AI to make decisions about hiring, promotion, and internal mobility. From the Human Genome Project to algorithmic résumé scanning, the piece connects personal experience and industry practices to ask: What happens when technology becomes the quiet gatekeeper of our careers?

Written and narrated by Alejandro Morales-Loaiza, this reflection invites HR professionals, tech leaders, and job seekers alike to rethink how we build fairer, more human-centered systems in the age of automation.

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