Oliver Astorga, Juan. Yecla (Murcia), 1733 – Madrid, 12.II. 1830. Músico, violinista, compositor.
Nada se conoce de su formación musical, tan solo que viajó a Valencia para estudiar violín, ni tampoco de sus actividades en España, hasta que aparece en Alemania, dando un concierto de violín en Francfurt del Main el 18 de abril de 1765 y reaparece en 1767 en Londres dando conciertos y publicando sonatas y canciones italianas para voz, clavicordio y guitarra, en 1767, 1768 y 1769. Londres era el foco mundial del violín, con grandes compositores activos (C. F. Abel, J. C. Bach). En el Conservatorio de Bruselas hay dos (o tres) cantatas, a su nombre, no “afrancesado”, como dice L. Siemens Hernández (2001), sino italianizado, como “Giovanni Oliviero Astorga”, como si “Giovanni Oliviero” fuera su nombre y “Astorga” su apellido. Por ello figura, erróneamente, en el gran Index Bio-Bibliographicus... (1959) así: “Astorga, Giovanni Olivieri, compositore di musica, italiano, 2. metà sec. xviii”. Con más de cuarenta años volvió a España y opositó a una plaza de violín primero en la Capilla Real, que obtuvo el 19 de marzo de 1776, ejecutando y presentando una Sonata (la n.o 1). Cuarenta años sirvió en este puesto (Floridablanca no le dejó ser primer violín del Teatro de los Caños del Peral), y también en la Real Cámara, pues en
abril de 1816 pedía la gracia de asistir sólo “cuando sus males se lo permitan”. Fernando VII, generoso, le dio permiso indefinido con salario, lo que venía a ser su jubilación. Longevo, vivió hasta el 12 de febrero de 1830. Saldoni dice en su efeméride: “Muere a la avanzada edad de 96 años cumplidos, D. Juan Oliver, violín de la Real Capilla, cuya plaza entró a servir el 30 de marzo de 1776 Gozó de mucha estima y aprecio en la profesión, por su incuestionable mérito como violinista de primera categoría” (1868).
El conjunto de su obra es de mucho interés. Su rica experiencia europea le hizo encuadrarse en el estilo “galante”, diferente de los buenos violinistas españoles del siglo xviii (Herrando, Ledesma, Manalt). “Su obra, sin ser genial, es lógica y ordenada, justa y diáfana en el discurso de sus pensamientos, y admirable por la sencillez de una realización noble y elegante” (L. Siemens Hernández, 2001).

Juan Oliver Astorga