Hola, quisiera descargar el audio del cuento, ¿cómo puedo hacerlo?

"Los Monos Que Salvaron A La Luna". Cuento popular chino. 
Leído por María Andrea González

Hace mucho tiempo, en un bosque vivía un grupo de monos. Pasaban el tiempo saltando de rama en rama y comiendo frutas.
Una noche, los monos descansaban en los árboles cuando el más chiquito del grupo se asomó a un pozo de agua y se sorprendió al ver en el fondo el reflejo de la luna redonda y brillante.
—¡Socorro! —gritó—. La Luna se cayó al pozo. Tendremos que salvarla… ¡No podemos tener un mundo sin Luna!
Cuando el mono más viejo se asomó al pozo, comprobó que el monito
decía la verdad: en el fondo flotaba la Luna. Eso quería decir que se había
caído del cielo.
—Hay que sacarla —dijo.
—¿Pero cómo lo haremos? —preguntaron los demás.
Nos treparemos a la rama más fuerte del árbol que está junto al pozo— propuso el viejo mono—. Desde allí haremos una cadena con nuestros cuerpos para rescatar a la Luna y colgarla de nuevo en el cielo.
Todos estuvieron de acuerdo con el plan. Entonces, el mono viejo se agarró de la rama con los pies y se colgó boca abajo; el segundo se colgó de su cola; el tercero de la cola del segundo, y el cuarto de la cola del tercero. Así, formaron una larga cadena que llegaba hasta el fondo del pozo.
Cuando el monito, que era el último, estaba por tocar el agua...
¡PUM! La rama no soportó el peso y se quebró, y todos cayeron al
pozo. La superficie del agua se agitó y desapareció el reflejo de la Luna.
Los monos, temblando de frío, salieron del pozo y miraron hacia la rama partida.
Al mirar hacia arriba, el viejo mono vio la Luna brillante.
—¡Volvió al cielo! —exclamó—. ¡Gracias a nosotros el mundo no se quedó sin Luna!

Cuento popular chino

"Los Monos Que Salvaron A La Luna", un cuento popular chino

El gato con botas
Murió un molinero que tenía tres hijos y dejó su pobre herencia: al mayor, el molino; al del medio, un burro; y al menor, un gato.
—Mis hermanos podrán trabajar juntos —se lamentaba el menor—.
Pero ¿qué haré yo?
El gato saltó sobre sus rodillas y le habló:
—No te apenes. Si me compras un par de botas y una bolsa con cordones, todo irá bien.
El chico cumplió con el pedido. El gato se puso las botas, se colgó la bolsa al cuello y se fue al bosque. Puso en la bolsa abierta un ramo de tomillo y esperó.
Poco después, un conejo entró en la bolsa. El gato lo atrapó y se dirigió con su presa al palacio del rey. Pidió hablar con su majestad, y cuando este lo recibió, le hizo una gran reverencia:
—Traigo este conejo de parte de mi amo, el marqués de Carabás.
El rey aceptó el regalo complacido y mandó sus saludos al marqués.
Días después el gato atrapó dos perdices, y otra vez fue al palacio. El monarca recibió el nuevo regalo muy contento.
Durante meses el gato continuó llevando sus presas al rey. Así se enteró
un día de que el rey iría a pasear con su hermosa hija. Corrió junto a su amo y le dijo que hiciera lo que él le mandaba.
—Ve a bañarte al río y espera.
El joven obedeció. Cuando se estaba bañando llegó el carruaje real y el
gato comenzó a gritar:
—¡Socorro! ¡El marqués de Carabás se está ahogando!
Mientras socorrían al marqués, el gato se acercó a la carroza y contó que unos ladrones habían robado la ropa de su amo, por lo que el rey ordenó que le dieran uno de sus trajes.
Así, el joven, que era muy apuesto, se presentó ricamente vestido. La princesa se enamoró de él de inmediato.
El rey invitó al marqués a pasear en la carroza, y el gato se lanzó adelante. Encontró a unos campesinos y les ordenó, bajo terribles amenazas, que dijeran que esos campos pertenecían a su amo.
Cuando el rey preguntó quién era el dueño de las tierras, los campesinos, temerosos del gato, confirmaron que eran del marqués. El rey felicitó al hijo del molinero.
El gato, siempre adelante, encontró a unos leñadores, a los que también
amenazó. Los hombres dijeron al rey que eran empleados del marqués.
Así ocurrió con todos los trabajadores que el gato encontró en el camino.
Al fin, el gato se topó con un palacio, que pertenecía a un temible ogro.
Este era el verdadero dueño de las tierras por donde la carroza había pasado.
El gato se presentó a su puerta.
—Me han dicho, noble señor, que usted puede convertirse en cualquier
animal.
—Así es —contestó el vanidoso ogro, y se convirtió en un león.
El gato se asustó tanto que saltó al tejado. Cuando el ogro volvió a su forma natural, bajó del tejado y lo felicitó, pero le dijo que era imposible que se convirtiera en un animal pequeño.
—¡Imposible! ¡Ahora verás! —exclamó el ogro, y se transformó en un
ratón. Ni lerdo ni perezoso, el gato saltó sobre él y se lo comió.
—¡Bienvenido al palacio de mi amo! —dijo el gato cuando llegó el rey.
Poco tiempo después el joven y la princesa se casaron, y el gato se convirtió en un gran señor.
—Ya ves como el ingenio vale más que todas las herencias —le decía el gato a su amo, muy contento.

Charles Perrault (adaptación de Mario Méndez)

"El Gato Con Botas", adaptación de cuento de Charles Perrault. Proyecto 1 de Leer y escribir en 3ro.

El señor Sinmarote salió del baño oliendo a colonia de limón. Se enfundó en su frac recién planchado y se puso sus zapatos lustrados con manteca.
Esa noche cantaba en el Teatro de la Ópera y quería deslumbrar tanto con su elegancia como por su voz de barítono bajo profundo.
Media hora antes de salir fue a ponerse la cabeza. ¡Pero no la encontró!

© Fabián Sevilla, en Un pueblo que fue circo,
Buenos Aires, Amauta, 2013.

"El Gato Con Botas", adaptación de cuento de Charles Perrault. Proyecto 1 de Leer y escribir en 3ro.

Tinta fresca

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