La pieza “La caza” partió de imaginar sensaciones y atmósferas sonoras alrededor de lo que inspiraba en mí, como persona y como mujer, la noción de brujas elaborada en el Malleus Maleficarum (tratado exhaustivo escrito por monjes de la Inquisición; el cual fue usado durante siglos como fuente para justificar la existencia, condena y matanza de –primordialmente- mujeres calificadas como herejes y/o brujas). 
Busqué proyectar un ir y venir entre la progresión y amalgama de ruidos y sensaciones que pudiesen plasmar lo ominoso y resquebrajado que me resultan las peculiares pruebas a las que remite el discurso textual de condena, así como la serie de eventos nefastos en sí. Ello se dio teniendo como una de sus bases las sensaciones que experimenté mientras leía parte del libro hace unos meses, y es que si bien los contrastes de sacro-profano, de condena y liberación etc. pueden resultar significativos e interesantes de analizarse en su contexto y lectura, resultan terribles teniendo en mente las secuelas que tuvieron, más aun siendo mujer, ya que las víctimas de la caza de brujas lo fueron también en su mayoría.

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