Una criatura digital respira en la penumbra. Sus sonidos son húmedos, pulsantes, como si tuviera una garganta fabricada por impulsos eléctricos. Gula sintética, vida simulada.

ECO ANFIBIO

Una voz suspendida en el tiempo. No es humana, pero canta como si recordara haberlo sido. Ecos digitales, fragmentos melódicos que flotan y se deshacen. Un lamento artificial que habita el espacio sin dirección..

CANTO SIRENAS

Un mar construido desde el código. Las ondas sonoras avanzan con suavidad, como si el agua habitara un espacio que no necesita cuerpo. Todo fluye, sin hundimiento ni orilla.


CUERPO DE AGUA

El aliento se arrastra por una cavidad líquida, como si la voz naciera bajo el agua. No hay palabra, solo el sonido del cuerpo resonando: una garganta que murmura desde un interior húmedo, profundo, casi ancestral.

GARGANTA DE AGUA

El lenguaje cae al agua. La voz recita, pero se disuelve entre burbujas, ecos y distorsiones. Las palabras ya no son del todo comprensibles: se diluyen, se arrastran, se hunden.


VERSO AHOGADO

Antes de la palabra, hubo sonido. Murmullos, burbujas, clicks: la voz regresa a su origen acuático. Una lengua primitiva, sin sintaxis, hecha solo de impulsos húmedos y vibraciones.


GÁRGARA DE SIGNOS

En un mundo saturado de voces limpias, inteligibles, utilitarias, “Cicatriz en la voz” propone escuchar el residuo, lo que ya no sirve para decir, pero insiste en sonar. En esa insistencia, emerge una política del sonido: una afirmación de la fragilidad como potencia estética.

ECO ANFIBIO

Eleonore Caballera