A lo largo de la historia, diferentes géneros de música electrónica han establecido implícitamente, través de su búsqueda estética, una postura crítica con respecto al mundo que nos rodea, un mundo siempre cambiante, acelerado, tecnificado y confuso, del cual podemos encontrar fieles instantáneas lo mismo en las odas de Kraftwerk a la tecnología (“Computer world”, “Man Machine”) o en los retratos distópicos del techno, la música industrial o el EBM a la sociedad post industrial, retratos alimentados en sus orígenes por las “malas nuevas” portadas por diferentes evangelios -¿o “disangelios”?- del cyberpunk. Música, cine, literatura y en últimas fechas, lo que podríamos englobar como “el universo informativo” - o si se quiere, “la red”-  han creado un circuito de intercambio de referencias que les ha permitido  funcionar como sistemas simbólicos complejos e interralacionados que explotan desde el interior de nuestras culturas para cuestionar los órdenes establecidos. Y And The End Of Everything es parte de este circuito.

Alfredo Ramírez y Alan Aguilar están cimentando cada uno de manera individual prometedores proyectos dentro de la electrónica nacional, el primero con su proyecto Me & Myself y el segundo a través de No Light. Ambos se conocieron en una escuela de producción de audio y decidieron que gracias a sus afinidades musicales -las cuales filtran lo mismo elementos de la música de Pink Floyd o Camel que de Autechre, BoC, Vladislav Delay, Fennesz, Selaxton, Lutberg y Objekt- podían compartir juntos una misma dirección musical a través de ATEOE, proyecto con el que hoy nos entregan el EP de tres tracks 237.

237 hace referencia al film The Shining (1980, Stanley Kubrik) y en particular, a una de las tantas teorías conspiratorias generadas a partir ésta película. Se dice que El Resplandor está lleno de códigos a través de los cuales Kubrik  trató de confirmar que en efecto, el hombre nunca habría llegado a la Luna, y que lo que todos hemos visto en televisión y/o grabaciones sobre el alunizaje del Apolo XI no es más que un montaje que él mismo filmó por encargo para la NASA. 237 000 millas es la distancia de la Tierra a la Luna y así, 237 es el número de la habitación del mal en la película, pero hay más, como las gemelas que bien podrían representar a las misiones Gemini de la NASA o el hombre ataviado como oso que podría ser una clave para la amenaza soviética y el miedo de los americanos por perder la carrera al espacio y sus consecuencias a nivel militar. 

Para producir 237 pensamos principalmente en un track que pudiera mantener un balance entre instrumentos acústicos, como el piano o la guitarra, diseño sonoro y elementos claramente sintéticos. A lo largo de todo el track  desarrollamos parte de lo que en un futuro este proyecto se irá convirtiendo. Creo que este track puede tener elementos que remontan al sonido future garage de Burial, elementos footwork/jungle que relaciono a Gantz o Sepalcure y momentos de idm , glitch y ambient que podría atribuir a Mike Paradinas , R. Devine y Fennesz respectivamente.

¿En realidad dejó Kubrik los cabos sueltos para que los relatos entretejidos crípticamente en una de mayores obras fueran mucho más allá que la novela de Stephen King que le dio originalmente vida? ¿Se trata únicamente de la obsesiva necesidad -y necedad-de los amantes del cineasta inglés por encontrar significados ocultos en el trabajo de un perfeccionista indomable para quien hasta el más insignificante elemento visual era colocado en el plano visual con completa conciencia? 


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NSMBLNET004 - And The End Of Everything - 237 EP (Complete Journey) - OUT NOW -



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When it’s dark enough you can see the stars…

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