Escribo tu nombre sobre la arena
si llega una ola lo puede borrar,
escribo tu nombre también en mi alma
de aquí nadie nunca lo puede arrancar...

te beso en la boca, te dejo una huella,
después otro beso la puede borrar,
pero el sentimiento de mi corazón
ni el paso del tiempo lo puede acabar.

Nadie ha de robarte de mi corazón
porque formas parte y esencia de mí,
nadie ha de robarte de mi corazón
pues para llevarte han de llevarme a mí.

Escribo tu nombre en la piel de un árbol
un rayo perdido lo puede quemar,
escribo tu nombre también en mi sangre
ni abriendo mis venas se puede escapar...

siento tu cariño sobre mi cuerpo
el viento que pasa la puede borrar
pero este calor que queda en mi piel
ni el más frío Invierno lo puede apagar.

Nadie ha de robarte de mi corazón
porque formas parte y esencia de mí,
nadie ha de robarte de mi corazón
pues para llevarte han de llevarme a mí.

Escribo tu nombre sobre la arena
y aquí en mi alma lo escribo también.

Nadie ha de robarte de mi corazón
porque formas parte y esencia de mí,
nadie ha de robarte de mi corazón
pues para llevarte han de llevarme a mí.

Nadie ha de robarte de mi corazón
porque formas parte y esencia de mí,
nadie ha de robarte de mi corazón
pues para llevarte han de llevarme a mí.

(Letra y música: Francisco Valenzuela)
(Canta: Javier De Lucas)

Escribo tu nombre

LAS CANCIONES DE JAVIER

Algunas canciones que escribí y compuse a principios de los setenta, y que canté yo mismo o con amigos de entonces. Grabé algunas en una vieja grabadora portátil de cassette y en los lugares más insospechados. En el fondo de un cajón han aparecido algunas cintas, deterioradas por el maldito tiempo que tiene la costumbre de arrasarlo todo. La calidad es pésima, tanto la voz como la guitarra, pero al volver a escucharlas despiertan en mí sentimientos inolvidables. Ese es su único mérito.

Algunas de estas canciones, tal vez las más agradecidas, están limpiadas de ruido, remasterizadas y arregladas, aunque conservan la voz original. De esta forma son más agradables de escuchar, pero a costa de perder el encanto asilvestrado de los viejos tiempos